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En una noche de San Juan -qué mejor día para renacer de mis propias cenizas-, he decidido volver a emprender aquella actividad que me ayudaba a exteriorizar mis miedos, frustraciones, decepciones, deseos y esperanzas. No porque las cosas vuelvan a irme mal, ni mucho menos, ni porque los sentimientos negativos vuelvan a aflorar de una manera desmesurada. Vuelvo a crear blog porque sé que este verano voy a necesitar algún medio con el que poder desahogar mi rabia causada por la distancia, con el que poder explayarme expresando mi odio al ocio, a las horas muertas... al distanciamiento. Ése que me produce tantísimo miedo.

Pero no quiero crear ya de mi primera entrada un paño de pesimismo. Lo que tenga que ser, será. Y ahora sólo puedo que disfrutar de la semana y media que me queda por tierras catalanas. Tierras que puede que sean las principales culpables de mi decisión de cambiar de blog. ¿Por qué lo he hecho? Podría haber seguido -tras una enorme pausa de meses- escribiendo en fuckingpretender, ¿no? No. Demasiadas cosas han cambiado en mi vida y ya no siento como propia la base de desesperación desmesurada por aquellos hechos que actualmente me parecen estúpidos, sin importancia. Renovarse o morir. Y aquel blog murió. Queda en la memoria, formó parte de mi día a día durante más de un año... pero aquello es pasado, y como alguien muy importante para mí me dijo anoche: "tienes que preocuparte por el presente, el futuro ya llegará".

Eso espero. Que llegue... pero que lo deje todo como está.
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