.
Desde un nuevo punto de vista, menos pesimista. Y llegué a creérmelo, ja. Pero mira que he luchado, he intentado que no me afectara el mal ambiente que aquí me rodea, que sus discusiones fuera algo ajeno a mí, salir y distraerme. Y ni así.

Creía que había llegado a un punto que no podía empeorar nada, pero parece ser que no. ¿Dónde ha quedado la energía y vitalidad que me envolvía los últimos días que me hallaba en Barcelona? Castellón es como mi dementor particular, ¿pero cómo no lo ha de ser si cuando vuelves a "casa" -lugar donde esperas notar una mínima alegría por tu regreso- ves que dicho sentimiento es inexistente y todos te vuelven la espalda, incluso los que no viven aquí?

Sabía que el verano iba a ser duro, pero no tanto. Además hoy está siendo el peor día de lo que llevamos de estación. No tengo apetito y me siento débil porque me estoy pasando segundo tras segundo luchando contra las lágrimas que amenazan con derrumbarse y derrumbarme más aún. No tengo ni siquiera fuerzas para forzar una falsa sonrisa; levantar levemente la comisura de mi labio se ha convertido en un deporte imposible para mis tristes músculos.

En cierto modo ya había podido acostumbrarme a la tensión del hogar, podía mantenerme relativamente indiferente a élla. Pero es otra indiferencia la me está marchitando a marchas forzadas. Si le doy igual, puede que lo mejor sea dejarlo correr, aunque en un principio me duela y mucho, pero total, ¿puedo estar peor que en estos momentos?

Además, he de añadir la tensión de "informar" de cierta decisión. Está bien, no tengo independencia económica, lo más parecido a ello que he obtenido ha sido una beca que conseguí gracias a mis esfuerzos (vagamente apreciados, cómo no) y sólo me vale para subsistir dignamente en Barcelona. Pero no para pagarme Historia. Sin embargo, es mi vida y tengo algunos ahorros. Tengo casi 20 años (vaya, me acabo de dar cuenta que hoy falta medio año exacto para que llegue a la segunda década de vida) y creo que es una edad en la que ya puedo ser consciente de cuáles son mis limitaciones y capacidades y, por tanto, no tendría que ir dando cuenta de todas mis decisiones.

No soy una persona brillante, pero modestamente acepto que me he mantenido levemente por encima de la media durante toda mi vida estudiantil. Mucha gente cursa dos carreras a la vez y sus capacidades son inferiores a las mías. He pasado con éxito objetivo -aunque yo me sienta decepcionada conmigo misma- mi primer año de independencia, universidad y EOI, me ha sobrado el tiempo e incluso me he aburrido. ¿Por qué no tendría que poder iniciar a distancia unas pocas asignaturas de una de mis pasiones? No quiero perder el tiempo empezando una vez terminada Traducción otra carrera de 4 años, quiero valerme pronto por mí misma, y si no empiezo ya, será imposible cumplir mis sueños. Creo que es una decisión bastante sensata, bastante madura y bastante pensada. Será duro, pero necesito sentirme bien conmigo misma de una vez.

¿Pero a quién le importan mis sentimientos? Esta última semana me está demostrando que poca gente está realmente interesada en cómo me siento. Me preocupo de mucha más gente de la que se preocupa de mí. Debería empezar a ser más egoísta y a temer menos la reacción de los demás, así puede que las cosas me fueran mejor. Sólo espero que los culpables de que yo me sienta así algún día lean esto y reflexionen sobre cómo me fueron rompiendo el corazón en pedazos.

__
...In this time of despair, when all that you love is dead, is my desireless game to be alive.

Y yo que quería hacer una crónica de mi maravillosa semana en Palma. Pero obviamente no voy a poder. No. Porque como siempre que vuelvo a Castellón todo se tuerce, todo se complica. Cuando vuelvo parece que no le importe a nadie, pero bueno, más o menos igual que cuando me voy.

¿Realmente tengo amigos? ¿Realmente se puede pasar de un "te quiero" a un "no sé si tengo fuerzas para seguir luchando por esta relación" en poco más de una hora? ¿Realmente se puede pasar de la felicidad casi absoluta a estar hundida en la mierda en lo que dura un trayecto nacional en avión?

Al menos esta vez no han sido mis padres los que me han sumido en el pesimismo total y absoluto, y ya es algo. Pero visto objetivamente, casi que prefiero la rutina del mal humor que no la nueva variante del mismo. Quedarme en casa con mis pensamientos de mierda, no dar ninguno de los dos nuestro brazo a torcer, no tener qué hacer ni a dónde ir, no tener compañía, no tener ganas, no tener nada. Todo se ha perdido en un viaje de media hora.

Lo intentas hacer todo por todos y ¿cómo te lo pagan? Te quedas sola, herida, sin fuerzas ni siquiera para que la lágrima que amenaza con regalimar por un extremo de tu ojo cumpla con su intención. ¿Pero a quién le importa? A nadie. Soy nadie. Nemo.